Pongámonos en una situación hipotética. Imaginemos que las obras que se ven arriba se inauguraran a tiempo, que las discusiones y problemas con contratistas y propiedad se solucionaran razonadamente, que se respetaran los compromisos adquiridos, que se tuvieran en cuenta los problemas derivados de las inclemencias meteorológicas y todas aquellas que quedan fuera del control del proyecto. Imaginemos que los riesgos inherentes a cualquier actividad fueran transmitidos y comprendidos por todos y cada uno de los actores participantes, que el alcance del proyecto se definiera al comienzo del mismo de forma exhaustiva y clara, que el beneficio de la actividad quedara fijado desde un inicio de manera legítima, que se repartieran las responsabilidades y actividades de manera proporcional. Supongamos que no fuera una quimera que todas las decisiones fueran tomadas teniendo en cuenta el objetivo último del proyecto, y que el aporte de valor REAL fuera un criterio para cada acción. En definitiva, imaginemos un caso hipotético en el cual se gestionaran personas y no costes, plazos, riesgos, modificaciones y calidad. ¿Es éste un caso tan alejado de la realidad que parece imposible?
Aunque es un poco manido, el vídeo que viene a continuación, ilustra muy bien la manera tradicional de enfocar estas situaciones: https://www.youtube.com/watch?v=qQB2NXfJev0 (a partir del minuto 2:00)
El manager (Darth Vader) llega inesperadamente para supervisar la construcción (de la nueva estrella de la muerte) y volver a poner el proyecto según el cronograma porque le han llegado rumores de que no está avanzando según lo planeado. El director del proyecto primero lo niega (“mis hombres trabajan todo lo rápido que pueden”, “estará operativa según lo planeado”) y luego ante la amenaza de que el CEO (el Emperador) no comparte su visión optimista, se escuda en que “pide lo imposible” para acto seguido hacer una petición “necesito más hombres). El manager decide amenazar al director de proyecto de que “por su bien” debería doblar sus esfuerzos.
Muchos diréis que es exagerado, pero para mí es fácilmente extrapolable a lo que se ve en el día a día de muchos grandes proyectos: falta de comunicación en el seguimiento de la obra, planificación demasiado optimista, mala gestión de los recursos, poca o nula gestión de riesgos, compromisos adquiridos inconscientemente y sobre todo...forma de trabajar bajo amenazas y coacciones.
Yo sigo pensando que no hace falta la Fuerza para llevar a cabo un gran proyecto de manera exitosa, sino un cambio de enfoque en la gestión de los mismos; gracias al cual, quizás algún día, sea noticia que un proyecto se ha terminado en la fecha estimada, con la calidad requerida, sin sobrecostes injustos y sin ningún accidentado.
Álvaro Pérez Garay Twitter y contacto: @barbapg
Ingeniero
Industrial con especialidad de estructuras por la UPM. Cuanto más leo sobre
este mundo más me reafirmo en que de lo único que estoy seguro es que cada día
dudo más.